El asumir la vida con sabiduría significa que renuncio a culpar a nada, ni a nadie de la experiencia personal. Ni de lo que yo siento que a mi me pasa, ni de lo que yo tengo que vivir, eso no depende de ninguna otra persona diferente a mi mismo. Por lo tanto, culpar a los demás es una forma elemental de no asumir nuestras vidas. Necesitamos limpiar profundamente ese vicio que tenemos de culpar en sus 3 profundos niveles: 1.El resentimiento 2.El rencor 3.La culpa personal.
- Resentimiento: es cuando yo culpo a la sociedad, culpo a la civilización, culpo a los gobiernos, culpo a las estructuras sociales de mis problemas, ahí estoy culpando a alguien. Es el 1er nivel de culpar.
- Rencor: es cuando yo culpo a una/as personas específicas por lo que a mi me ha sucedido, pienso que ellos tiene la culpa de lo que a mi me pasó y estoy guardando rencor hacia esas personas. Es el 2º nivel de culpa, por supuesto de no asumir.
- La culpa personal: es el más sutil de todos y es importantísimo limpiarlo, es cuando me culpo a mi mismo, me culpo a mi por lo que no he hecho o por los errores que he cometido, o me culpo de haberle hecho daño a otras personas. Este es otro de los grandes errores de el no asumir.
La razón por la cual los habitantes del planeta tierra y muchos otros que hay parecidos a este planeta, no podamos desplazarnos, no es por casualidad, no es porque aun no hemos desarrollado la tecnología, no es porque llevamos miles de años detrás de otras civilizaciones… no es por eso, es porque no podemos asumir. Sencillamente es eso, la tecnología está ahí pero no tenemos acceso a ella porque no somos capaces de asumir lo que podríamos hacer con ella.
El asumir tiene 2 niveles muy importantes, necesito:
- El asumir de lo interno: son las relaciones conmigo mismo.
- El asumir de lo externo: son mis relaciones con el mundo externo.
El mundo externo es absolutamente todo lo que me rodea, todo, no son solamente las personas, todos los seres vivientes son el mundo externo, pero no solo los seres vivientes, todas las cosas creadas por el hombre o por Dios son parte del mundo externo. La presencia del mundo interno y del externo, son una constante en nuestras experiencias de vida, inseparables el uno del otro. No puedes tener mundo interno y no tener externo, ni tener externo y no tener interno. Esta interrelación de lo interno con lo externo y viceversa es precisamente la que produce el desarrollo espiritual.
El asumir lo interno nos va a dar una condición que llamamos ser yo mismo, es decir, alcanzar un nivel de paz interior invulnerable, eso se llama asumir lo interno. Asumo que soy yo mismo quien genera mis sentimientos, asumo que soy yo mismo quién tiene un sistema de creencias, asumo que soy yo mismo quién puede transformar ese sistema de creencias, asumo que soy yo mismo quién puede decidir un comportamiento frente al mundo, quien puede decidir un estado interior, quien puede decidir un pensamiento, quien puede seleccionar lo que está en su mente… soy yo mismo y nadie más, por eso le llamo “ser yo mismo”.
El asumir de lo externo lo vamos a llamar la aceptación y el respeto. ACEPTACIÓN de todo cuanto existe a tu alrededor y en el universo. ¿Qué significa aceptar algo? significa que yo renuncio a tratar de modificar las cosas que están sucediendo a mi alrededor. Esto para el ego es bien duro, pero el propósito de los talleres que realizamos en el Centro de Psicología Transpersonal Cajal es de acabar con el ego. Entonces no se preocupen porque sea duro para el ego, porque el ego va a decirnos esto: ¿y cómo es que yo no tengo el derecho de modificar las cosas que a mi no me gustan? eso es lo que el ego te va a decir.
Entonces el universo te va a responder: tú tienes el derecho de intentar modificar aquello que crees que puedes modificar, pero la ley te mostrará hasta dónde va tu derecho. Cuando yo me doy cuenta de que no logro hacer algo es sencillísimo. El único derecho que estoy usando es el de tomar una decisión equivocada, ese es el derecho que realmente tengo.
Asumir la vida es algo absolutamente extraordinario, yo diría que es la llave que abre la puerta para tener acceso a un mundo de felicidad y de paz. No solamente paz y felicidad interior, sino exterior también. En la medida en que yo me lleno de amor, que yo me lleno de paz, me lleno de respeto hacia los demás, hacia todos los seres vivientes y hacia todas las funciones que existen, me hago correspondiente con tener una experiencia totalmente pacífica y amorosa en todas mis relaciones, independientemente de que las personas a mi alrededor puedan no tenerla, independientemente de que las situaciones cercanas puedan ser conflictivas, nada de eso podrá afectar a alguien que tiene amor en su interior. AQUEL QUE TENGA ENCENDIDA LA LUZ EN SU CORAZÓN JAMÁS ENCONTRARÁ SOMBRAS A SU PASO.
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